jueves, 18 de noviembre de 2010

Tu ojo vacío
por ver demasiado
El vicio del hombre
habita en cada uno.
El látigo acecha
la espina se dobla
se escucha el crujir
de huesos y lágrimas
y vuelve el vacío
de ausencias, de vidas
Tus manos temblando,
presienten su destino
de soledades varias y
amores vacíos.

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